Nuestra historia

Javiera de la Carrera y Verdugo

Su Epitafío...

"La patria agradecida a sus favores

Compadecida de sus desgracias"

Los hermanos Carrera fueron figuras emblemáticas en la historia de Chile, conocidos por su fervor patriótico y sus esfuerzos en pro de la independencia del país. Su dedicación y sacrificio no solo los convirtieron en líderes destacados, sino que también dejaron una huella imborrable en la memoria colectiva de la nación. La patria, agradecida, recuerda sus contribuciones al movimiento emancipador, así como las adversidades que enfrentaron en su lucha. A través de su valentía y determinación, los hermanos Carrera inspiraron a otros a unirse en la búsqueda de un futuro libre y próspero. Su legado sigue vivo en la historia de Chile, recordándonos la importancia de luchar por la libertad y los derechos de todos los ciudadanos. Su nombre perdura en la memoria de la patria, un símbolo de resistencia y amor por la nación. Javiera Carrera, para algunos madre de la patria, para otros un personaje olvidado, pero sin duda es

la mujer más reconocida del periodo del nacimiento de Chile.

Xaviera Francisca de la Carrera y Verdugo nació en el Reino de Chile en 1781 del matrimonio compuesto por don Ignacio de la Carrera Cuevas y doña Paula y Verdugo Valdivieso.

Reino de Chile

1 de marzo 1781-20 de agosto 1862

En el reino de Chile, nació el 1 de marzo de 1781 una mujer valiente que amó a su patria por encima de todo. Fue la primogénita de entre ters hermanos varones menores. Ella se convirtió en un símbolo de fortaleza y dedicación hacia su nación. A lo largo de su vida, demostró un espíritu indomable y un profundo amor por su tierra, enfrentando desafíos con determinación y coraje. Su legado perdura, recordándonos la importancia de la lealtad y el patriotismo. Falleció el 20 de agosto de 1862, pero su historia sigue inspirando a generaciones en Chile y más allá.

Su primeros años

Javiera Carrera se casó a los 15 años, como era la costumbre de la sociead colonial. Antes de convertirse en esposa y madre, pudo en su hogar compartir con viajeros e importantes vecinos del reino. Ella no fue una espectadora, se dice que sus tertulias eran animadas y apreciadas por sus invitados.

Muy cercana a su padre, al ser la única mujer, su niñez estuvo rodeada del amor de sus padres y los hermanos que ella vio nacer.

En los campos del Monte jugó con sus hermanos menores, Juan José, José Miguel y el pequeño Luis.

En sus haciendad conoció desde pequeña la vida de los sirvientes y personas de color, lo que fue creando en ella conciencia del orden social en el que ella vivía.

Su juventud

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Su madre, tuvo una especial dedicación hacia su única hija mujer y le enseñó música, pintura y letras.
Aprendió a leer y cultivó su espiritu critico. Su hermano impulsó que los conventos educaran a mujeres
La religiosidad y su formación católica fue esencial en su personalidad y vivencias.

Se casó por primera vez a los 15 años, quedando viuda al poco andar. Luego contraería matrimonio en segundas nupcias con el abodago español Pedro Díaz de Váldez.

Ana María Cotapos a Javiera Carrera

De doña Ana María Cotapos a doña Javiera de Carrera

Mi amable y grata Javiera: Al fin se ha tranquilizado algún tanto mi alma con el recibo de tu carta y de las de mi Juan José en el correo pasado. He padecido el más agudo tormento con la falta de cartas porque se presentaban a mi imaginación mil ideas funestas, de cuyas resultas estoy bastante enferma de unos terribles dolores de cabeza y estómago. Anteayer he tenido un gran desmayo, y me ha dicho el doctor que procure distraerme porque mi vida está expuesta. Ojalá terminase cuanto antes porque sin mi compañero me es odiosa la existencia. Es verdad que el destino a Norte América es mejor, por lo que hace a la felicidad de ellos, pero su larga distancia y la incertidumbre de verlos es lo que me aflige hasta lo sumo.

Mi Javiera, mi corazón será siempre agradecido al amor y fineza con que has asistido a mi amado Juan José; pues él me dice que te has manifestado como la madre más amante y así esta gratitud será para mí eterna. Me acaban de decir que a la fecha ya habrá salido mi Juan José de esa. ¡Ahl Suerte bárbara! no puedo tener tranquilidad y aunque trabajo por serenarme, nada, ¡nada consigo! ¡Soy la mujer más desgraciada por todo! ¡Es mi situación la más infeliz del mundo! Quisiera escribirte muy largo pero mi cabeza no me lo permite y también estoy hoy de digestivo. Recibe los más finos recuerdos de Tomasita y tú los darás a Manuel y Perico, reservándote el invariable cariño de tu triste,

Ana María (22)

(Continuará)

Esta carta de doña Ana María Cotapos no tiene fecha, pero debe haber sido escrita a fines de mayo o principios de junio de 1817. Doña Ana María salió de Mendoza con dirección a Chile el 15 de mayo de 1817 (véase su carta a doña Javiera de fecha 14), y el 29 del mismo mes había llegado a Chile. (Véase la carta de don Ignacio de la Carrera a doña Ana María de esa fecha, publicada en la pág. 389 del tomo I de esta

Revista).

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Javiera bordó la primera bandera nacional de colores blanco, azul y amarillo.

Ayudó a sus hermanos, escondió a patriotas. Fue parte de las estrategias independentistas y por su fuerte temperamento se dice fue llamada "la jaiva".

Javiera Francisca de la Carrera y Verdugo

La  chilena más recordada de la Independencia

Intentar desentrañar las huellas de históricas de la mujer más conocida del periodo de la independencia de Chile no es una tarea fácil. La documentación registrada en torno a su persona se basa principalmente en las cartas, las menciones de sus hermanos y algunos contemporáneos. En la investigación académica, a su figura se le atribuye haber sido muy cercana a sus hermanos, José Miguel, Luis y Juan José, de fortaleza de carácter y haber bordado la primera bandera nacional. La historiografía decimonónica, no le asigna particular relevancia, en ninguna obra trascendente, ni mucho menos el título de madre de la patria. Sin embargo, al consultar bibliografía de otros países, Javiera Carrera es presentada junto a mujeres como María Remedios del Valle de Argentina o Josefa Ortiz de México, entre otras como una heroína de la historia chilena.

Su dimensión y valoración, depende en buena medida de la mirada que los historiadores nacionales establezcan de ella. Historiadoras mujeres, sobre todo en los últimos tiempos, se han interesado en su vida y han rastreado las huellas de su biografía. Valioso es el trabajo de Soledad Reyes, que en un arduo proceso de investigación, logra perfilar con mayor nitidez rasgos de la personalidad de Javiera Carrera.

En Chile, en cuanto a homenajes de mujeres del pasado, por la misma razón de que no se considera tuvieron roles activos, no son abundantes. No obstante, ya sea por el baile de doña Javiera Carrera, que la describe como “hermosa fina y valiente y su mirada orgullosa”, que muchos escolares han debido danzar en las ceremonias de fiestas patrias, su nombre dice algo, es reconocido y casi inconscientemente se le atribuye un rol histórico. Para algunas investigadoras como Virginia Vidal, en una biografía novelada la denomina madre de la patria.

El Liceo número 1 de niñas Javiera Carrera, establecimiento de prestigio en la educación pública, donde estudió la única mujer presidenta de la historia de Chile, además de ministras e importantes personalidades, la honra con su nombre.

Existen monumentos, centros educativos a lo largo del país y libros sobre ella. Sin duda, un privilegio en un Chile que tardó bastante en otorgar el derecho a sufragio a la mujer y que en escasamente se mencionan en los curriculum escolares.

Con los recursos que se cuentan y las diferentes valoraciones se puede mostrar al menos un perfil en torno a esta mujer que vivió más de 80 años y que al final de sus días se recluyó en su hacienda del Monte, cerca de Melipilla, a esperar la muerte… esa misma que le arrebató a sus tres queridos hermanos a temprana edad y que al igual que ella, quisieron ver a su patria libre.

Javiera Carrera nació el 1 de marzo de 1781 en Santiago de Chile, en una familia de la alta aristocracia española. Desde joven, mostró inquietudes y gustos distintos al común a las mujeres de su época. Y aunque vivía en la opulencia y la tranquilidad de una situación privilegiada, entendió que la realidad más allá de su vida era distinta y que había necesidades sociales a su alrededor. Al pertenecer a un linaje patricio, se codeó con personas que habían atravesado las fronteras del territorio y que transmitían ideas y avances de otras latitudes. También contó con personal de servicio a su disposición, por lo que se relacionó con mestizos, peones y gente de color. Esa amalgama de relaciones le aportaron la comprensión de distintas realidades sociales de su entorno.

El historiador Fernando Campos Harriet, dice que en un pasaporte extendido en Buenos Aires en 1820 se la describía de estatura regular, cabellos castaños, ojos azules, nariz perfilada, cara redonda muy blanca.

Fue formada en la tradición femenina de su tiempo; educada en el catolicismo, las labores domésticas, el tejido y la vida social al alero de los hombres de su familia. La religión, elemento central, para comprender la cotidianidad de los habitantes de las colonias hispanas, dictaba las pautas de la vestimenta, de lo aceptado y lo rechazado, de la fidelidad en la asistencia a la eucaristía, la piedad de los sectores acomodados reflejada en la caridad hacia los más necesitados.

“En Chile, al igual que en toda Hispanoamérica, los conventos de monjas ofrecían la educación formal a las niñas, las cuales eran previamente enviadas a distintas casas, de parientes o de mujeres más o menos ilustradas, denominadas casas de amigas o sencillamente “migas” … a los siete años entraban al convento recibían instrucción primaria, formación religiosa y doméstica y algún instrumento musical”

Según la escritora inglesa María Graham fue una mujer bella, de rasgos finos, cabellos castaños y de una gran prestancia.

La madre de los hermanos Carrera, Paula Verdugo, murió a los 55 años, dejando un vacío materno que Javiera supo asumir.

Sus hermanos, Juan José, José Miguel y Luis la percibieron como su progenitora, ya que influyó en sus crecimientos, como hombres y como futuros soldados de la patria que comenzaba a nacer.

Se casó a los 15 años con Manuel de la Lastra, quien murió repentinamente, quedando viuda a los 19 y con dos hijos. En segundas nupcias se unió con Pedro Diaz de Valdés Arguelles y Galán, un abogado español con quien tuvo cinco hijos. Un hombre de carácter pacífico, sobrino del Obispo de Barcelona, y que debió tolerar los desaires a su nacionalidad, debido a la elecciones patrióticas de su vehemente esposa.

Luego de la invasión napoleónica en la península ibérica, donde José Miguel luchó en defensa del rey de España, consciente de las consecuencias que ello tuvo para las colonias, fue una convencida impulsora de la separación del reino de Chile de la corona. Su padre fue uno de los partícipes de la formación de la primera junta nacional de gobierno de 1810.

Ella consciente del nuevo escenario, se apersonó en los eventos de proclamas independentistas… muy comentada es la revelación que Melchor Martínez, un testigo de la época que afirmó que “Javiera Carrera hermana de nuestros corifeos después de ricamente vestida, llevaba en la cabeza una guirnalda de perlas y diamantes de la cual pendía una corona vuelta al revés en señal de vencimiento en él te deum del aniversario de la primera junta…

Desafió las normas de género de sus tiempos, hizo suya la causa de la independencia, a pesar de que su esposo era un asesor de la capitanía general de Chile. A ella, se le atribuye, como gesto patriota, el haber ideado lo que fue la primera bandera nacional de colores blanco, azul y amarillo y el primer lema de un escudo que decía:

“después de la tormenta la luz” con dos figuras aborígenes bordadas…( Melchor Martínez, pág. 150)

Inmersa en los círculos políticos de la época, abrazó con entusiasmo las ideas de libertad y la ilustración. Escuchó con atención los sermones de Fray Camilo Enríquez, pionero del periodismo nacional con la creación de la Aurora de Chile.

“Javiera Carrera tomó decisiones políticas fundamentales y además se involucró en términos vitales durante ese periodo; por ello, lejos de la idea instalada en el discurso historiográfico chileno, no fue una mera colaboradora que bordó una bandera o curó heridos” , sostiene Carla Ulloa, investigadora social.

El ánimo esperanzador de las primeras batallas del ejército patriota, las obras realizadas en el periodo de la patria vieja llegaron a su fin de manera dramática.

En 1814, luego del desastre de Rancagua y el exilio de sus tres hermanos hacia Argentina, ni la cruel represión de la reconquista española la hizo claudicar.

Obstinada e idealista, no cesó en su idea de liberar a su país del dominio español de más de tres siglos. No temió al desarraigo ni a las incertidumbres cuando se refugia en Argentina. Como mujer tenía claridad de sus circunstancias, de los sacrificios personales en que incurrió y de la manera que quería participar. El hecho de haber partido rumbo a un camino incierto en esos días de revolución nos habla de un espíritu valiente e independiente.

Para los investigadores, que no consideran que tuvo un rol de importancia, hoy los estudiosos de historia y género postulan que la dimensión privada de una revolución es también relevante “la experiencia subjetiva y personal importa tanto como las actividades públicas y políticas”

Dejó a sus hijos con su marido, cruzó la cordillera y desde las provincias del Plata, estuvo al corriente de los pasos y estrategias de sus hermanos. La decisión de dejar a sus vástagos no fue algo menor, considerando que, en el reino colonial, la principal función femenina era la de ser madre.

“Ahora tú me harás la justicia de creer que paso de dejarte a ti y mis amados hijos, no por preferir otros a ustedes, como me has repetido con injusticia muchas veces, sino por la necesidad a que me obliga el destino”

En el exilio, vivió en la sencillez, muy alejada del refinamiento al que estuvo siempre acostumbrada. Se especula que hasta llegó a vender comida o asistir en tareas domésticas. Según algunos investigadores, su sacrificio cobró valor, mientras que otros la acusan de oportunista;

“fue una mujer contradictoria. Quería mantener sus privilegios y descalificaba …

Detractores de su figura, la acusaron de haber tenido otro tipo de intereses en Argentina y que por esa razón retrasó su regreso a Chile. Sin embargo, hay que consignar que las calumnias, desprestigios y habladurías no tienen rigor histórico, sobre todo considerando la animadversión que se generaron entre bandos enemigos.

En el destierro escribió a esposo; "Temo por cierto un insulto. Sin embargo, que tú dices las mujeres no tenemos opinión, tengo el pecado de ser Carrera, por esto habrán despedazado mi casa. Ahora tú me harás la justicia de creer que paso de dejarte a ti y mis amados hijos, no por preferir otros a ustedes, como me has repetido con injusticia muchas veces, sino por la necesidad a que me obliga el destino" (Revista 11 pág. 197-198)

La rivalidad con Bernardo O’Higgins y sus partidarios, no cesó en la adversidad de la reconquista, ni en la hostil acogida que tuvieron los patriotas carrerinos en Mendoza.

Algunos historiadores, la creen instigadora y cerebro de una conspiración contra miembros de la logia lautarina. Esta acción que se le atribuye habría adelantado la suerte de sus tres hermanos a morir dramáticamente en el destierro.

1818, fue un año fatal en su historia. No sólo murieron fusilados sus hermanos Juan José y Luis en la plaza de Mendoza, acusados de subversivos, sino que también falleció su amado padre. Ese padre apesadumbrado y triste, don Ignacio de la Carrera, quien debió comprender con tristeza las elecciones e inspiraciones de sus cuatro hijos.

Los enemigos de su familia no claudicaron en la venganza. Javiera debió comunicar a su padre, antes de fallecer, que debían pagar los costos de las muertes de sus hermanos…

En una carta, José Miguel, lejos y en la clandestinidad, le solicita a Javiera cuente a su padre, que han nacido dos de sus nietas, “Si mi padre llega a Chile, escríbale a mi nombre y dile cuantas finezas cuantas quieras… tu precávete de sorpresas que pueden ser sensibles, no permitas que se hagan locuras que pueden traer funestos resultados… cuenta con cuanto yo pueda y dispón de tu amante hermano. Adiós, mi Javiera”

Sólo ella y José Miguel, en Argentina y Uruguay, intentaron volver a Chile y sacar del poder a los realistas y a las fuerzas de la logia lautarina representadas por San Martin y O’Higgins.

Su salud fue decayendo, pero la melancolía y los recuerdos, no mermaron su fuerza de voluntad… “ Javiera amo más la patria que las comodidades”

En 1821, La muerte de su querido hermano José Miguel, la hizo prometer que no volvería a chile mientras estuviera O’Higgins al mando de la nación. Tres años más tarde, al caer O Higgins, regresa a su suelo natal. Fueron casi diez años alejada de los suyos.

El 14 de junio de 1828, durante el mandato del presidente Francisco Antonio Pinto, logra repatriar los restos de sus tres hermanos y son despedidos con honores.

“Desde aquel día fúnebre, doña Javiera Carrera creyó dejar cumplida por entero la misión que el amor de sus hermanos i el entusiasmo de su carácter le habían impuesto, desde los primeros días de la revolución. Estaban ya devueltas al suelo de Chile aquellas cenizas para ella tan queridas, i se había lavado con lágrimas de todo un pueblo la afrenta del patíbulo”

Ella se recluyó en su hacienda del monte. Labores cercanas a religiosas, el retomar la relación con sus hijos y seguir albergando ideales para su patria fueron parte de su fin.

En 1862, “el 20 de agosto, a las doce de la noche, ha dejado de existir la venerable matrona chilena doña Francisca Javiera de Carrera i Verdugo, a la edad de más de 80 años. Se ha apagado una gran vida i desaparecido uno de los actores de aquel drama de gloria i de martirio que redimió a los chilenos como pueblo”

Está enterrada junto a sus hermanos Juan José, Luis y José miguel en la catedral de Santiago, desde 1952, gracias a las gestiones de su nieta.

«La Patria a los Carrera, agradecida de sus servicios y compadecida de sus desgracias». «Pasan y pasan los años y la herida no se ha cerrado». (P.N.)

Con el paso del tiempo, el reconocimiento como una de las madres de la patria se fue ampliando. No sólo el establecimiento de mujeres más antiguo de Chile, liceo Numero 1, ostenta su nombre, sino que también escuelas en regiones de todo el país, bibliotecas, calles, agrupaciones sociales, jardines infantiles, clubes de basquetbol. Existe un monumento en el cerro Santa Lucía y un cuadro en el museo histórico nacional. Libros en Chile narran su vida, numerosas tesis de magister, de grados de humanidades y textos de historiografía latinoamericana y femenina siguen apareciendo. Su figura sigue vigente.

Aunque falleció en 1862, su legado perdura en la historia de Chile como una de las heroínas de la independencia.

Su lucha continúa inspirando a las generaciones venideras a luchar por la libertad y la justicia.

Historiadores sobre Javiera Carrera

Vicente Grez

“Pocos nombres femeninos de la historia americana están envueltos en una atmosfera de gloria i desgracia semejante a la que rodea a Javiera Carrera. Un nacimiento ilustre, una belleza de reina que hacía inclinarse ante ella a los más indomables capitanes de la revolución, una frente elevada que nunca consiguieron inclinar las tremendas desgracias que la azotaron”

Teresa Pereira

“Al conocer la noticia del fusilamiento del último de sus hermanos, su cuerpo se enflaqueció, perdió el cabello, su vida parecía no tener sentido. A la caída del gobierno de O Higgins, volvió a Chile donde residió por más de 40 años, totalmente retirada, en la estancia San Miguel del Monte”

Carla Ulloa

“Es importante tener en cuenta la profunda religiosidad de Javiera Carrera, educada y enclaustrada por un año en un convento. Por ello no podemos señalarla como una mujer rupturista y lejana a la religiosidad de su esposo, por el contrario, ella hasta el final de su vida fue una mujer religiosa y permanentemente ligada al convento de las monjas trinitarias”

Leonardini Nanda

Sobre el famoso cuadro con su rostro que se encuentra en el museo histórico nacional

“Es probable que esta época sea el primer retrato de Xaviera. De busto, carente de joyas que la engalanen, no las requiere, su estatus está reflejado en la rica mantilla de encajes que cae cubriendo el cabello recogido, hombros y parte del escote. Con mirada serena y garbo, no trasmite nada especial al espectador”

Sebastián Salazar, en estudio comparado de las figuras femeninas; Juana Azurduy, Micaela Bastidas y Javiera Carrera

“Juana con la espada misma, Micaela con su subversión y Javiera con sus palabras y simbolismos. Hoy en día diversos autores las han llamado heroínas y esto muestra que estos héroes o heroínas están más cerca de lo que creemos, América Latina cuenta con heroínas, y no solo de la independencia, sino también en todos los tiempos”

Virginia Vidal

sobre la placa que recuerda a los cuatro hermanos Carrera en la Catedral de Santiago y que dice

“La Patria a los Carrera, agradecida de sus servicios y compadecida de sus desgracias”

Si los tres hermanos son los padres de la república, puede reflexionar el visitante, entonces ella, doña Javiera Carrera, es la madre. ¿Qué méritos tiene esta mujer, la única considerada madre de la patria? ¿Por qué solo ella ha sido considerada madre de la patria? ¿Por qué solo ella ha sido acreedora a semejante título? ¿Cuándo inicio la obra que la convirtió en madre de esta república?

Cristóbal García Huidobro

Sobre el reconocimiento a las mujeres de la independencia

“En esa leyenda no hay espacio para el lamento y hasta el arrepentimiento frente a una empresa que zozobra. Tampoco hay lugar para la participación femenina en una primera línea, sino supeditada a una labor, si es que, meramente instrumental. Lamentablemente, de muchas formas, dicha barrera todavía es fuerte en el presente”

Referencias

Al cruzar la cordillera luego del desastre de Rancagua en octubre de 1814, dejó definitivamente su alta condicion aristocrática y sus pequeños hijos quedaron con su esposo, Pedro Díaz de Váldez.

En el virreinato del Rio de la Plata, desde los inicios de su exilio, ella y sus hermanos fueron recibidos con animadversion por los miembros de la logía lautarina y los cercanos a José de San Martín y Bernardo O´Higgins. Javiera Carrera para vivir debió realizar tareas domesticas y sencillas a las que nunco estuvo acostumbrada. Alli vió a Juan José enfermarse y reunirse con Ana María Cotapos, su amiga y cuñada, a Luis inmiscuirse en conflictos con el general Mackenna y estar al pendiente de los movimientos de su amado José Miguel.

Linea de Tiempo

Doña Javiera Carrera la independencia de Chile la soñaba noche y día

Cuando en el viento flamea orgullos a la bandera